• 609763121
  • Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Cuándo llevar al niño al Psicólogo

Ir al psicólogo es una decisión que no se toma de un día para otro, es una idea que nos ronda en la cabeza y damos ese paso cuando la situación parece insostenible, ya sea porque vemos al menor pasarlo mal, porque nos planteamos la posibilidad de un posible problema (en la escuela, con sus amigos, en sus resultados académicos, en la familia…), porque no acate las normas o porque la relación entre padres e hijo se vaya deteriorando.

Otras veces vamos derivados por otros profesionales (profesores, entrenadores…). Y en menor medida (aunque desde la práctica diaria observamos que este porcentaje aumenta afortunadamente) de cara a prevención o por petición de los propios niños o chicos.

A continuación respondemos a las preguntas más habituales que se plantea un padre antes de acudir a un psicólogo.

CUÁNDO IR AL PSICÓLOGO

Vamos a ver algunas de las situaciones en las que puede ser recomendable pedir ayuda profesional.

  • Prevención: Lo ideal es acudir en algún momento puntual para recibir alguna pauta y orientación, ya sea a algún taller, charla o escuela de padres, o ante las primeras apariciones de pequeños conflictos con el fin de minimizarlos o hacerlos desaparecer. Un psicólogo no ha de hacer un problema donde no lo hay, por lo que algunas veces los padres vienen preocupados por algo que realmente no es considerado una problemática y se ofrece alguna pauta transmitiéndole que su preocupación es mayor a lo que realmente sucede (Ejemplo: Unos padres acuden a consulta porque su hija de 3 años y 4 meses no controla esfínteres y la monitora de la guardería le ha dicho que el resto de sus compañeros sí lo hace. Ante la preocupación de éstos se le dice que la niña se encuentra dentro del periodo adquisitivo del control de esfínteres, por lo que se le manda alguna guía y se les tranquiliza para que esperen a su desarrollo normal).
  • Cuando aparece por primera vez una problemática: Ya sea por exceso (Conductas disruptivas, como un niño que siempre dice que “no”, pega a su hermano, tiene rabietas…) así como por defecto (Cuando no se relaciona con otros compañeros, no quiere salir, no tiene hambre…). En estos primeros momentos se puede detectar cualquier posible patología (Manías que puedan debutar en un trastorno obsesivo compulsivo…) así cómo ofrecer herramientas y estrategias específicas para aquellas situaciones en las que perciben al menor pasarlo mal o ante esas situaciones en las que los padres necesitan pautas para ayudar a sus hijos, independientemente de que haya o no patología (Ejemplo: Niños con síntomas depresivos, como no tener hambre o no tener ganas de hacer nada lúdico,  sin que constituya un trastorno depresivo, o un adolescente con una terrible ansiedad ante la hora de realizar un examen sin tratarse de ningún trastorno de ansiedad).
  • Cuando la problemática inicial ha aumentado en intensidad y frecuencia (Ejemplo: Nunca quiere cumplir con sus obligaciones pero es que últimamente nos miente o chantajea”). Lo que empezó siendo algo “normal” en niños de su edad comienza a afectar a nivel académico (“Siempre aprobaba pero últimamente está suspendiendo mucho y los profesores le ven más despistado”); o supone un deterioro en el área familiar, social o de tiempo libre (En casa no se puede estar, me paso el día discutiendo con él y cuando llega su padre estamos igual”, “Le pasa algo con sus amigos porque últimamente no queda con ellos”).
  • Ante situaciones puntuales estresantes o inesperadas: Ya sea por una mudanza, cambio de centro escolar, o pérdida de algo o algún ser querido (como un divorcio o separación, un duelo…).
  • Cuando el niño o adolescente presenta síntomas físicos sin una causa médica aparente (vómitos, dolor de cabeza…): Dudamos si se trata de algo real o inventado, pero en cualquier caso afecta en su estado anímico y relaciones con los demás.
  • Cuando observamos en el niño un cambio repentino e inexplicable (un niño alegre se vuelve irascible, una niña con muchos intereses abandona sus aficiones…): Sin justificación aparente el niño deja de actuar como antes y tienes miedo a no darle importancia a algo que realmente pudiera ser síntoma de algo encubierto (Posible acoso, depresión.)
  • Por petición del propio niño o adolescente: No debemos subestimar su interés y no está demás ponerlo en manos de un profesional y considerar la conveniencia o no de tratamiento.
  • Derivación del centro escolar: Ya sea por confirmar un diagnostico o buscar soluciones a problemas emocionales que puedan afectar a sus resultados académicos.
SI MI HIJO NO TIENE NINGÚN TRASTORNO, ¿NO TENGO QUE LLEVARLE NO?

Como hemos dicho, acudir a consulta no quiere decir que padezca de un trastorno o patología. Nuestra función es la de conocer el desarrollo psicobiológico del niño. Partiendo de los hitos evolutivos detectamos la posible desviación o ajuste respecto a las normas estándares evolutivas normales para su edad (Ejemplo: Montar una rabieta con dos años se considera una conducta propia del periodo evolutivo, hacerlo con 11 años es desadaptativo). 

En todos los casos recogeremos las situaciones en las que como padres veis a vuestro hijo pasarlo mal o consideráis motivo de mejora. A su vez recopilamos aquellos momentos en los que el chico o niño lo pasa mal, ya sea perdiendo el control, sintiendo malestar o bloqueo. Una vez recogidas buscaremos técnicas y ofreceremos estrategias para buscar solución a todas y cada una de ellas minimizando la problemática o malestar.

¿Y NO SERÁ MALO QUE DEPENDA DEL PSICÓLOGO? ¿A VER SI LUEGO NO VA A SABER RESOLVER PROBLEMAS SOLO

Mediante las sesiones con el niño/chico y pautas pormenorizadas para los padres ayudaremos a  maximizar conductas adecuadas, minimizando aquellas otras disruptivas que le hacen daño favoreciendo su desarrollo hacia un autoestima positiva, luchando por aquello que quiere alcanzar aceptando las adversidades de la vida. Nuestro objetivo principal es ofrecer las herramientas y estrategias necesarias para un funcionamiento autónomo del niño, siendo tanto él como sus padres sujetos activos en la terapia. Por ello nos coordinamos y trabajamos, ya sea para  hablar, asesorar, ayudar o informar a los diferentes especialistas que traten con vuestro hijo, buscando siempre su independencia.

¿HACE FALTA QUE VAYAMOS NOSOTROS?

En el caso de que se trate de un niño pequeño la entrevista se realizará en un primer momento con los padres, ya que el trabajo no solo se realizará con el menor sino con sus progenitores para que tengan estrategias para enfrentarse a aquellas situaciones en las que encuentran conflicto con el niño o perciben problemáticas para su hijo (Por ejemplo padres que no saben qué hacer cuando el niño no acepta un “no” por respuesta, o no saben cómo animarle para que no sea tan negativo). En el caso de una valoración psicopedagógica acompañarán a su hijo para una breve entrevista aunque la valoración se haga con él, explicaremos a ellos sus resultados así como las orientaciones para la exaltación de los puntos fuertes y mejora de los débiles. En caso de chicos mayores o adolescentes, nuestro trabajo se centrará con ellos directamente, aunque es conveniente la interacción y determinadas orientaciones con los padres con el fin de fomentar esa autonomía comentada en párrafos anteriores para que sepan cómo ayudar a su propio hijo.

Es decir venir al psicólogo incluye el trabajo con el niño ya sea pequeño o grande, las orientaciones a los padres para que puedan seguir ayudando, y otros profesionales (previo consentimiento) para la coordinación y mejora en el bienestar del menor.

¿LE DIGO A MI HIJO QUE VOY A LLEVARLE?

Esta pregunta es muy habitual en consulta, es más, muchas veces los niños vienen llorando porque les ha pillado por sorpresa o porque le han dicho de llevarle a un sitio que no era este y no se lo esperaban. Aconsejamos preparar al niño con el fin de no perder vuestra confianza y evitar probables negativas a entrar. Mi consejo es aprovechar una de esas situaciones conflictivas para decirles que habéis pensado llevarlo a consulta.

Os pongo un ejemplo que tuve ayer en sesión: El niño se mostraba irritable y lloraba frecuentemente, cuando los padres le preguntaban por lo que le pasaba éste contestaba de malas maneras, pedía que le dejaran, y los padres le perseguían hasta su cuarto diciendo que seguro que tenía problemas, hasta que el niño pegaba un portazo. Les dije que aprovecharan ese momento para decirle algo como Ves, cuando te pones así, nos preocupamos y vamos detrás tuyo y te preguntamos 20 veces qué te pasa. Al final nos peleamos, tú te quedas llorando y nosotros sentimos que lo hacemos mal. Ni a mí me gusta estar así, ni creo que a ti te guste estar encerrado en tu cuarto. Hemos pensado que vamos a ir a ver a una chica que el otro día me comentó que hay muchos papis y niños así y que ella puede echarnos un cable para que no nos enfademos tanto. Vamos a ir a conocerle y a ver qué nos dice”.

Lo ideal es decirlo lo más cercano a la cita,  y ante la negativa ser firme y llevarle, ya que del resto somos nosotros quienes nos encargamos para que el peque o adolescente se encuentre cómodo en consulta.

¿LE ACOMPAÑO O PUEDE DEJARLE ALGUIEN?

Es bueno acompañar al menor la primera vez durante los primeros momentos de sesión con el fin de romper el hielo. Si el niño es pequeño o muestra disconformidad a la hora de quedarse le haremos hincapié en que vendremos a recogerle en cuanto termine la sesión.  Si es pequeño podemos dejarle algún juguete u objeto favorito (muñeco, amuleto, peluche…) con el que pueda estar mientras está dentro de la consulta, ya que les da seguridad.

A la salida le reconoceremos su esfuerzo y colaboración y le diremos que a partir de ahora todos (padres, profesionales incluidos tenemos que ponernos “manos a la obra”). Puede ser de ayuda el reforzamiento social (Eres muy valiente”), utilizar el contacto físico (un abrazo, chocar los cinco, una caricia…). Trataremos de asociar ese momento con algo agradable a la salida.

¿PARA QUÉ SIRVE IR AL PSICÓLOGO?

Un psicólogo recoge información a través de la entrevista y las pruebas psicológicas, lo que nos permite conocer las causas y factores que intervienen en la problemática actual. Explicamos el desarrollo y configuración del problema de una manera clara (Señalando cuáles son las situaciones que desencadenan la problemática y las consecuencias que está generando), ayudamos a construir la intervención o tratamiento psicológico. Es decir, a buscar soluciones a cada una de las situaciones que generan el malestar, enseñamos técnicas y herramientas para enfrentarnos a esas situaciones en las que nos agobiamos como padres ante la dificultad para actuar y ayudar al pequeño (Por ejemplo cómo hacer para que haga lo que le pido, cumpla con sus tareas, se quede solo, o diga lo que le sienta mal sin explotar…), además de dotar al niño o adolescente de las destrezas necesarias para facilitar un adecuado desarrollo psicológico y ajuste emocional y social en cada etapa evolutiva (enfrentándose a miedos, consiguiendo más confianza y seguridad, mejorando su comunicación y manera en la que resolver conflictos…).

¿QUÉ HACE EN LA CONSULTA EL NIÑO?

Una vez seleccionadas las situaciones en las que el menor o los padres encuentran conflicto buscamos estrategias. Nuestro trabajo se orienta en tres direcciones:

  • Comportamiento: Estrategias para aumentar conductas adecuadas (Hacer deberes, cumplir responsabilidades, expresar su punto de vista, defenderse de manera asertiva, decir “No”…); Minimizar conductas inadecuadas (Rabietas, malas contestaciones, celos…).
  • Pensamientos: Modificar pensamientos negativos o disfuncionales que causen malestar por otros más adaptativos o realistas (Pensar “Si estudio puedo aprobar como otras veces” en lugar de “Voy a suspender”).
  • Emociones: Expresar emociones de manera adecuada (Decir lo que le sienta mal antes de enfadarse y explotar) ; Gestionar emociones (Para que un evento que no espera o no le cuadra no le produzca un malestar irremediable); Percibir las emociones de otros (Adelantando las consecuencias de su propio comportamiento).

Con la terapia los niños y adolescentes lograrán superar sus dificultades, aprender a caminar hacia lo que realmente les llena y hace feliz, aceptando las adversidades de la vida. Sus padres se convertirán en una pieza fundamental en el desarrollo, acompañamiento y apoyo a sus hijos.

 

Mery Hernández