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Ataque de pánico

¿CÓMO EXPERIMENTAN LAS PERSONAS CON MIEDO A PADECER UN ATAQUE DE PÁNICO ESTOS SÍNTOMAS?

Es común encontrar en consulta a pacientes que tras experimentar un ataque de pánico temen que se vuelva a repetir, por lo que ante cualquier síntoma que le recuerde a él se activa una serie de pensamientos encaminados hacia la posibilidad de que vuelva a suceder, o incluso se correspondan con una determinada enfermedad que ponga en riesgo su vida.

Quienes tienen la convicción de sufrir un ataque de pánico suelen interpretar de manera subjetiva cualquier sensación fisiológica que experimenten entendiéndola como un indicio de ello (Por ejemplo tras percibir un aumento en el ritmo cardiaco piensa que le va a dar un infarto, al ponerse nervioso siente que va a volver a sufrir un ataque de pánico…).

¿POR QUÉ CREEN QUE VAN A SUFRIR UN NUEVO ATAQUE DE PÁNICO?

Cada vez que el paciente experimenta una sensación que le recuerda a la que sintió durante el primer ataque le invade el miedo a volver a sufrirlo, por lo que hace más patente los síntomas desembocando en el resto de manifestaciones.

Habitualmente malinterpretan sus síntomas otorgándoles la etiqueta de peligrosos, cuando en realidad no lo son. Esto hace que comiencen una serie de rumiaciones sobre la posibilidad de volver a vivirlo, tratando de verificar que no es así a través de conductas de comprobación (Preguntan a alguien si le va a pasar algo, buscan síntomas en internet, van al médico…), centrando así su atención en los síntomas, lo que lejos de minimizar y aceptar las sensaciones las hace más fuertes o más vividas. Es común encontrar pacientes que dicen que en esos momentos necesitan estar solos, o con alguien que les comprenda, y es que su atención se focaliza tanto en las sensaciones desagradables que les resulta complicado en ese momento prestar atención a otra cosa.

¿POR QUÉ SUCEDE?

Como bien sabemos el objetivo de la ansiedad es movilizar al cuerpo como respuesta al peligro o amenaza, con el propósito de proteger al organismo.

Cuando nuestro cerebro detecta o anticipa un peligro manda una señal al Sistema Nervioso Autónomo que activa a su vez una de sus ramas, el Sistema Nervioso Simpático, que actúa bombeando sangre más rápido, liberando adrenalina y noradrenalina (Produciendo así un aumento del ritmo cardiaco, sudoración,  falta de aire…). Sin embargo la actividad de éste siempre cesa ya que estos mensajeros químicos tienen una vida media en sangre de unos minutos, además el Sistema Nervioso Parasimpático se activa reduciendo la activación creada por el Sistema Nervioso Autónomo, restaurando la sensación de relajación.

Es decir, aunque en estos casos parezca que las sensaciones desagradables incrementan y que no van a dejar de hacerlo, realmente no van a durar mucho tiempo (aunque a ellos les resulte una eternidad).

¿SE INVENTAN LOS SÍNTOMAS?

En consulta encontramos pacientes que acuden con una larga historia de pruebas físicas en búsqueda de alguna justificación orgánica (Se han hecho ecografías por molestias digestivas, Electrocardiogramas para descartar cualquier afección cardiaca, pruebas de alergias que justifique sus vómitos o sensación de atragantarse…).

Normalmente sufren más por su miedo a experimentar un nuevo ataque u otra patología que ganancia secundaria puedan obtener (Librarse de ir al trabajo, beneficio económico…).

Descartada toda posibilidad de causa orgánica o ganancia secundaria validaremos y legitimaremos su dolor.

¿PUEDE SER QUE SEA UN EXAGERADO?

Las personas que durante un largo periodo de tiempo han experimentado niveles altos de ansiedad se vuelven más sensibles, por lo que pueden comenzar a percibir amenazas donde no las hay. Como hemos explicado anteriormente, cuando nuestro cerebro considera que estamos en peligro, desencadena una serie de reacciones que nos van a producir sensaciones físicas (Falta de aire, sudoración, aumento ritmo cardiaco…). Estas sensaciones surgen de repente por lo que piensan que algo malo va a pasar (Les va a dar un infarto, van a morir, van a sufrir una nueva crisis…). El resultado de estas sensaciones físicas acompañadas de pensamientos catastróficos  es el llamado ataque de pánico. El miedo de los propios síntomas alimenta al miedo a que vuelva a suceder. En ese momento, lo pasan tan mal que al más mínimo síntoma que le recuerda a ello anticipan poder sufrir un nuevo ataque de pánico.

¿CÓMO LO VIVEN LAS PERSONAS QUE ESTÁN A SU ALREDEDOR?

La ansiedad se manifiesta en tres tipos de sistemas de respuestas: Fisiológicas, Cognitivas y Conductuales. En función de estos sistemas vamos a ofrecer algunas pautas:

  1. Respuesta fisiológica (lo que sentimos): Como hemos dicho el sistema nervioso autónomo produce sensación de taquicardia, opresión en el pecho, temblores, falta de aire, molestias digestivas, entre otros. También sabemos que el Sistema Nervioso Parasimpático restaurará la situación, por lo que en vez de tratar de “librarnos” de esos síntomas es aconsejable aceptar esas sensaciones. Seamos conscientes de que determinados síntomas de ansiedad aparecen en otras situaciones que no son relacionadas con ataques de pánico. Por ejemplo, el calor o sudoración que siente alguien que cree que le va a dar un ataque de pánico también se puede dar por otras circunstancias, como por hacer un esfuerzo, hacer ejercicio, estar en una sala con la calefacción alta; O el dolor en la zona pectoral que algunos piensan que puede augurar un infarto es similar a la sensación que produce una distensión muscular.
    Es aconsejable aprovechar situaciones que generen sensaciones similares a estos síntomas (Correr, tener puesta la calefacción, dar vueltas en una silla giratoria, calor, mareo, respirar rápido…) para mostrarle como circunstancias diferentes producen los mismo síntomas. Ya sabemos que cuando la ansiedad es alta, siempre acaba disminuyendo.
  1. Respuesta Cognitiva (lo que pensamos): Como hemos dicho el miedo a que vuelva a suceder es producto de numerosos pensamientos distorsionados, como son “Me va a volver a pasar”, “Me voy a morir”, “Me va a dar un infarto”… Estos pensamientos producen agobio, siendo la sensación de perder el control mayor. En este sentido el paciente debe aprender reestructuración cognitiva, y comenzar a sustituir dichos pensamientos disfuncionales por otros más realistas con el fin de no retroalimentar al miedo. Recuerde que las sensaciones experimentadas no son más que una exageración de las reacciones corporales normales al estrés. Podemos ponerle ejemplos concretos: El otro día estabas nerviosa y creías que te iba a dar un infarto y no pasó”, “Que te duela la cabeza a la misma hora puede ser por cansancio y no porque tengas un tumor”.

  2. Respuesta Conductual (lo que hacemos): Tras la interpretación de la sensación como señal de algo malo, mis emociones son negativas, por lo que mi organismo entra en estado de alerta e hipervigilancia. Esto hace que canalicemos toda nuestra atención en la amenaza y presentemos dificultad para actuar, falta de atención en otros aspectos, inquietud motora, rigidez, irritabilidad, ensimismamiento, incluso dificultades para mantener una conversación o verborrea. Por ello en estos momentos el paciente prefiere estar solo, evitando determinadas situaciones sociales por la vergüenza que le ocasiona la situación. Quienes estemos a su alrededor debemos esperar y dejar tiempo al miedo para que pase. Tratar de no responder continuamente a sus preguntas acerca de si padece una enfermedad, va a volver a tener un ataque de pánico, o no llevarle al médico ante cualquier síntoma.
    Nuestros pensamientos hacen que nos sintamos de una determinada manera y actuemos en consecuencia. Imaginemos una situación: Me encuentro cenando en un restaurante con un amigo. De repente soy consciente de que mi ritmo cardiaco se ha acelerado. Si mi pensamiento es catastrófico, sentiré miedo o ansiedad por lo que trataré de evitarlo huyendo (Ejemplo: Si pienso que me va a dar un infarto, me pongo nerviosa y quiero levantarme de la mesa para ir al médico o tomarme algo). Por lo que es fundamental conforme venga un pensamiento negativo a la cabeza cambiarlo por otro más realista (Ejemplo: Pensar que el hecho de que aumente el ritmo cardiaco puede ser por otro motivo, y que de todas las veces que lo he pensado jamás se ha producido, eso me hará sentir más tranquila y que en vez de levantarme de la mesa donde estoy cenando trate de quedarme hasta que se me pase).
    Permanecer activo realizando actividades en las que sea menos consciente de mis propias sensaciones físicas, aceptarlas y relacionarlas con otras situaciones en las que finalmente no ha sucedido lo esperado y modificar mis pensamientos negativos por otros más realistas son algunas de las claves para comenzar a superar la elevada ansiedad.

 

Mery Hernández